Según GAIN (Great Ape Information Network), Chacha nació en el Zoo de Sapporo Maruyama (Japón) el 2 de marzo de 1992. En 1995 fue separado de sus padres, Chaco y Tonny, y criado en soledad en un recinto interior en el Zoológico de Sendai, Yagiyama. Según esta base de datos, Chacha rehusaba acercarse a los empleados del zoo “por inactividad o despreocupación”. Se le adjudica la paternidad de cuatro crías de nombre Kirara, Pinky, Mimi y Ginji, todas ellas de distintas madres y con las que probablemente no convive, a juzgar por las particularidades de las jaulas de este zoo, en las que los individuos parecen aislados en pequeños grupos.

El viernes 15 de abril, Chacha se hartó de esta situación. Dejó de ser una ficha llena de datos y se dio a conocer como rebelde cuando consiguió saltar el muro de su recinto, se encaramó a un poste telefónico, y comenzó una espectacular fuga a lo largo del cableado eléctrico. Casi dos horas más tarde, y 250 metros más allá, fue localizado y finalmente capturado. Pero Chacha defendió ferozmente su libertad hasta el último segundo. Raramente los medios de comunicación hablan de “resistencia” o de “lucha por la libertad” en situaciones como esta, pero los titulares de esta noticia se salieron de los moldes.

Quizá se deba a la contundencia de las imágenes. La forma en la que se le ve huir, enfrentarse a quienes intentan atraparle, arrancarse el dardo tranquilizante de la espalda y seguir intentándolo hasta que el sedante hace su efecto, no dejan lugar a dudas: Chacha quería ser libre.
El chimpancé fue finalmente vencido con trampas, sufrió golpes y rasguños al caer, y fue devuelto a la prisión de la que había intentado escapar con todas sus fuerzas. Su historia se sumó a la de tantos otros que tratan cada día de recuperar la vida y la libertad injustamente arrebatadas por los zoológicos. Sólo en el estado Español tenemos las historias recientes de Adán y Eva, Cheeta, King y Felipa o Bongo y Bou-Bou. Y es que, aunque Chacha escapó solo -probablemente debido a las características de su crianza y encierro-, lo más frecuente entre las chimpancés es que se solidaricen entre ellas y se organicen para llevar a cabo fugas en grupo. También es común que lo hagan de forma planificada, incluso utilizando herramientas.
Una clara muestra es la historia de los siete individuos que huyeron del Zoo de Kansas en 2014 utilizando la rama partida de un árbol para superar el muro de su recinto. Fue uno de los miembros del grupo quien descubrió la manera de huir y alertó al resto para que pudieran seguirle.
Chacha estuvo solo en su hazaña, pero no lo está en su lucha por la libertad. Esta es la segunda vez en pocos días que las fugas no humanas son noticia en Japón. El 22 de marzo, unas semanas antes de la rebelión de Chacha, una cebra escapó de un club de equitación en Aichi. Durante toda la noche, se la vio trotando a través de varias carreteras,
hasta que a la mañana siguiente consiguieron localizarla y le dispararon varios dardos sedantes. La espectacular persecución fue emitida en directo por la televisión. La cebra intentó incluso zafarse de quienes la querían atrapar internándose en el lago de un campo de golf. Allí, bajo los efectos de los tranquilizantes, murió ahogada.
En los zoos japoneses se escenifican anualmente simulacros de qué hacer en caso de fugas de animales no humanos, asumiendo que es algo frecuente y probable, pero también que se puede controlar. Sin embargo, llegado el momento, las únicas variables en juego son el deseo de libertad contra el deseo de robarla. Si no, que se lo digan a este pingüino que en 2012 consiguió escapar de un acuario de Tokio y burlar a sus carceleros durante 3 meses antes de volver a ser capturado.
A pesar de que reconocieron que había conseguido vivir felizmente y sin problemas de salud en la bahía de Tokio, no dudaron en devolverlo a su encierro. Los responsables de los zoos y acuarios no tienen piedad ni oídos para quienes luchan, la muerte o el regreso al cautiverio son los finales más probables, los únicos que conciben. Pero no van a poder seguir negándolo mucho tiempo. Su grito de libertad se escucha cada vez más alto y fuerte, cada vez más frecuentemente. Y algún día, gracias a su lucha, con nuestra ayuda, las jaulas de las que han intentado huir se vaciarán para siempre.